lunes, 22 de febrero de 2010

Sueños y Realidades



Estás en tu silla, frente a tu computador, buscando en Google, revisando tu Facebook; hablas con Natalia y Antonio, aunque están a kilómetros de distancia; ayudas en Haití, ayudas en África; hablas con tu prima en Alemania; compras ropa en una reconocida tienda americana; estás en tu sueño, estás en tu realidad, todo en un nanosegundo. La percepción poco tiene que ver acá, los sentidos se vuelven irrelevantes, la pregunta real se nos escapa entre los dedos, ¿hasta dónde vuela nuestra realidad con los nuevos medios?

Ya lo veía venir Julio Cortázar en La Noche Boca Arriba, algunas grandes películas lo profetizaban, los límites entre la tecnología y el ser humano, entre la ficción y la realidad, cada vez se volverían más discretos, no  más que finos hilos, un fino hilo cada vez más delgado y frágil, hasta el punto en que no sabrá diferenciar cual es cual, es entonces donde perderemos las bases mismas de nuestra realidad.
¿Soy mi avatar?, ¿soy mi perfil?, ¿soy mis comentarios de twitter?, ¿o tal vez las fotos de mi flickr?, ¿puedo ser ese muñeco que va a trabajar de 3 a 5 de la tarde, y se orina encima si no le ordeno que vaya al baño? ¿O el que se levanta a las 7 de la mañana a conectarse a un computador?, claramente soy el que está sentado en la silla, pero hasta donde todas estas son extensiones de mi ser, y donde se vuelven todo mi “yo”, son puntos no tan claros.

Tal vez entonces ocurra esa pesadilla tan recurrente en las noches de los directores de cine hollywoodenses, y los robots nos terminen dominando, seamos solo una fuente de energía para ellos, solo una tonta herramienta en su funcionamiento; posiblemente no lo hagan con armas, probablemente ya les estamos dando el mundo en bandeja de plata, nuestros pensamientos ya están en la red, nuestra imagen, hasta el amor se encuentra en la internet, ¿es posible un escenario más caótico?, es caótico hasta donde nosotros dejamos que lo sea.

Solo nos queda por decidir, tomar la elección, y no es si queremos vivir entre el sueño o la realidad, es si queremos seguir diferenciando entre ellas, si queremos mantener un límite lo suficientemente grueso para separar, pero tan delgado que nos permita acceder a todas las ventajas que nos abre los nuevos medios. Limites, para vivir aquí o allá, pero para no dejar de estar, simplemente estar.

Estado de Opinión… ¿implantada?



Unos nuevos tiempos de democracia se avecinan, el poder se moldea por y para el pueblo, las instituciones se debilitan y la constitución pierde vigencia, los limites se hacen difusos, las reglas del juego cada vez son menos claras, al parecer no hay reglamento, solo voces que gritan lo que es correcto e incorrecto, lo peor o lo mejor.  El Estado de Opinión se acerca, o al menos lo intenta, y amenaza el nervio mismo del sistema de nuestro país, de la mano del Presidente, su gran vocero.

El Estado de Opinión (en mayúsculas, como enuncia siempre el adorado señor Uribe), término tan repetido en los últimos años de la boca de funcionarios del gobierno y partidarios del Primer Mandatario, es un macabro concepto que convenientemente (e infundadamente) es descrito por ellos como “el siguiente nivel del Estado Social de Derecho”, en donde el poder se le da al pueblo, ese pueblo tan manipulable, en su mayoría con una opinión no formada, más bien moldeada, es aquí, donde vemos la debilidad de la nueva democracia que ve venir nuestro Presidente, ¿cómo pedir que el pueblo tenga el poder, si la opinión del pueblo descansa en los hombros de algunos no muy imparciales?

Con los medios conmocionados, e inevitablemente controlados, por la posibilidad de un tercer canal; con uniones familiares o amistades entre los grandes periódicos, canales y personas importantes del mismo gobierno; con intereses políticos y económicos metidos en cada uno de los medios de comunicación, no podemos esperar una información muy imparcial (a excepción de algunos escasos medios), el flujo de la información no es confiable, ¿aún podríamos decir que tenemos un Estado de Opinión, cuando la opinión es dirigida por unos pocos?

Esto solo deja en claro la necesidad de límites, el Estado Social de Derecho es la democracia, donde el pueblo tiene sus medios para ejercer su poder, donde hay control, al menos un intento de control, porque una opinión de masas no es siempre la correcta, no se trata de un gobierno de mayorías, se debe tratar de un gobierno representativo y participativo, cada persona se debe ver reflejado ahí, inclusive los que no cuenten con un 70% de popularidad, ni un referendo para la reelección corriendo por ahí, todos esas otras personas, también merecen ser contadas.

Tal vez los críticos del presidente Uribe tengan razón, y el nuevo Estado de Opinión sea solo una excusa para hacer valer su referendo re-reeleccionista, este dudoso movimiento que a pesar de estar lleno de irregularidades y conductas misteriosas (falta del certificado del registrador, dudas sobre la llegada de fondos, AIS, los cambios en su texto, etc.) ha logrado salir adelante en una inconsciente actitud reguladora de las instituciones, posiblemente impulsada por el poder populista que respalda este referendo. Ejemplo más claro de la necesidad de límites y la debilidad de esta nueva “democracia”, sería muy difícil de encontrar.

¿Podemos hablar de un posible Estado de Opinión si no tenemos una opinión verdaderamente pública?, ¿Si los medios son manipulados, y por lo tanto la información que llega al pueblo?, ¿Si hay intereses particulares detrás de este nuevo estado?.  Es hora de dejar esta ilusión, que no hace sino herir más un sistema ya débil, y encargarse de fortalecer las instituciones ahora creadas, la política como debe ser, para el pueblo. No dejemos que los intereses de algunos pocos, disfrazados de mayorías, nos hieran a todos.