domingo, 25 de abril de 2010

De un grano de arena


Solo cuando uno tiene una cuenta regresiva en la puerta, es que se empieza a dar cuenta de las sutilezas e indelicadezas del tiempo, que últimamente son las razones de cada acontecimiento de mi vida, cada si y cada no, ya parece que me ronda un reloj de arena en la cabeza, no contando los segundos, sino cayendo sin prejuicios, acabando el tiempo, dejando cosas atrás, simplemente cayendo.

Lo increíble del tiempo es lo falso que es, lo hipócrita y traicionero que se vuelve, no teme clavar el puñal donde más duele, no teme volverse más corto para su conveniencia, ni largo para el dolor, no le importa ser cuando debería merece desaparecer ni existir cuando debería ser olvidado.

Años que acaban en segundos, milésimas que se vuelve una eternidad, una eternidad que debería volverse un instante, una imagen que queda por siempre, pero que el tiempo no perdona y divide, ¿cómo nos puede parecer eso justo?

Mi cuenta regresiva personal va a los tres meses, que ya han usado de excusa para negarme y darme cosas, algunas veces por mi propia decisión, nos dejamos manejar a la voluntad del tiempo, me dejo manejar por él, te dejas llevar sin preguntar, sin objetar. Para mí, no deja de ser una excusa, el tiempo con hipocresía, no siempre se puede ver de la mala manera.

Dejare esta entrada así, corta como está, porque escribir más de ella es gastar otro grano de arena que parece volverse piedra a mi espalda.

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