jueves, 29 de abril de 2010

En búsqueda de la válvula de escape


Es difícil tocar el tema sin herir susceptibilidades. La fe se interpone, los prejuicios impiden ver con claridad, el peso de una sociedad regida por la devoción se ve cuando la religión se pone a prueba, y es cuando parecemos la cultura arcaica que hay veces somos. Que difícil nos es separar la iglesia de las creencias. No, esto no es cuestión de fe.

La Iglesia hoy se enfrenta a cuantiosos problemas: Perdida de seguidores, retrogresión en sus creencias, lucha contra la sexualidad, exceso de riquezas, cuestionamiento de los viejos dogmas católicos; todo esto tiene hoy en vilo la organización, pero con más, el problema que hoy aparece en cada diario del mundo es la pederastia y sus altos índices, que tienen alarmada a la opinión pública.

El problema ya no es tan sencillo como la iglesia siempre lo pretendió, nunca lo fue, ahora es más claro que nunca: no es algo fortuito, no es algo del carácter de cada sacerdote, es algún problema interno, que lleva a este hecho, a tomar ventaja de niños, abusar de ellos sexualmente. No, 1100 niños aprovechados solo en Holanda, un país relativamente pequeño, con altos niveles de educación y con solo el 32% de la población católica, ya no puede ser un hecho fortuito.

La raíz del problema interno puede ser más complicado, yo me aventurare por un camino que parece ser la respuesta más lógica: la abstinencia a la que son obligados por tomar su camino de sacerdotes, una asexualidad impuesta.

Las razones de la abstención son antiguas, arcaicas, infundadas para una sociedad como la actual, pero la Iglesia se niega a quitarlas, ni siquiera a debatirlas. Solo un pequeño porcentaje de las personas nacen con la facultad para ser “asexuales”, y es humano no ser capaz de ser de controlar esto. La sexualidad es una bomba a presión, que si no tiene compartimiento de salida, busca escape por donde sea, así involucre romper cada uno de los principios católicos que tanto predican.

La actitud del Vaticano preocupa aún más, inclinándose por el secreto y el castigo, que poco ayudan, y perjudica su imagen. Solo este hecho, explica la reciente denuncia que hicieron los científicos ingleses Richard Dawkins y Christopher Hitchens para capturar a la cabeza del Vaticano, al Papa, por los recientes casos de pederastia.

Es aquí donde la cabeza de la organización debería salir a hacer algo, abrir el debate y buscar la solución. Esta demanda simbólica representa mucho más que una orden de captura, es un llamado de atención al Papa para que haga algo, porque él tiene la obligación y la responsabilidad de buscar más que castigos.

Para esto hay que entender que la pederastia no es crimen premeditado, no es algo que se evite con el castigo, es algo nacido de las mismas necesidades humanas y es allí donde se debe buscar la solución, una válvula de escape que no termine en niños, que no viole sus principios.
Es hora de dejar de ver las cosas tan simples, ver un poco más allá. Es fácil culpar a los sacerdotes, pero necesario mirar la causa, que es más profunda, e imprescindible empujar a un debate dentro de la misma iglesia, para dejar de una vez que los pequeños niños sean los culpables de una mala política.

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